Los que somos deportistas hemos oído y dicho a otros mil veces eso de que lo importante es participar o lo bueno que es aprender a perder. Y es verdad, siempre y cuando otras veces se gane, aunque solo sea para comprobar que la sensación es mucho más agradable y que por eso vale la pena esforzarse.
Nosotros desde muy jovencitos en el monte y después de aprender con los pastores de Picos que “hay que empezar como viejos para terminar como jóvenes”, nos entreteníamos, también en el Camino, en calcular cuánto tiempo tardaríamos en alcanzar a cualquiera que lleváramos delante. Pero hoy ha sido toda una experiencia para mí. En una etapa muy bonita, lejos de cualquier ciudad, comprobamos que al empezar a caminar en Villadangos, era pronto, la hora de los peregrinos, ¡todo el mundo nos adelantaba! ¿Qué pasaba? La semana pasada salimos tarde, ya éramos los últimos y apenas coincidimos con nadie, así que esto era una nueva sensación.
Y en estas circunstancias sólo quedan dos alternativas: estar de mal humor y poner cara de perro como los conductores de autobús (cada día cientos, miles de coches, les adelantan) o disfrutar (je, je…). Somos listos así que nos entretuvimos con el espléndido paisaje, saboreamos la cervecita en Hospital de Órbigo, Vicen hizo fotos por un tubo y nos supo a gloria la tortilla y la ensalada en San Justo.
De esta etapa reseñar que está muy bien marcada, casi en exceso por momentos, por la competencia de los pueblos por llevarte a su terreno ya que existen dos posibles alternativas. En Hospital seguir a Villares de Órbigo y Satibánez subiendo por la Sierra de la Paloma y Monte de la Colomba o caminar hacia San Justo por un “andadero” paralelo de la carretera; opción esta última que tomamos nosotros por ser más llana y puede que algo más corta.
Es mejor ser la ultima, que quedarse en casa.
ResponderEliminarAnimo
Tatán
¡Y que lo digas! No sabes lo bien que me siento planeando las próximas caminatas.
ResponderEliminarGracias Tatán, estoy muy, muy contenta.