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21 mar 2014

"Cementerio de Peregrinos" de San Salvador de Oviedo

Lugar: Cementerio de Peregrinos de San Salvador de Oviedo
Situación: Oviedo
Localización: Lat. 43º 21’ 45.01’’ N - Long. 5º 50’ 33.86’’ W
Etapa en la que se encuentra: Final o inicio en Oviedo
Altitud: 231 mts.
Camino: Final del Camino del Salvador y del Norte e inicio del Camino Primitivo
Provincia: Asturias


Foto. Colaboración de Carlos de Posada Miranda

Entre los numerosos rincones y espacios que atesora la Catedral de San Salvador de Oviedo, existe un entrañable patio en el que se concentra la esencia del espíritu que movía a nuestros antepasados a recorrer el Camino y que forma parte de su legado.

Foto. Colaboración de Carlos de Posada Miranda

Éste lugar no es otro que el Cementerio de Peregrinos de la Catedral de San Salvador, en el que durante mucho tiempo, recibieron sepultura l@s Peregrin@s que fallecían en Oviedo, cuando se dirigían o regresaban de visitar la tumba del Apóstol Santiago.

Foto. Colaboración de Carlos de Posada Miranda

Sirvan los siguientes párrafos, extraídos del libro de La Peregrinaciones a Santiago de Compostela, para mostrar la trascendencia que tenía la muerte y el entierro de un Peregrin@ en la ciudad durante el siglo XV. 
“Cuando un peregrino fallecía en la ciudad de Oviedo o en sus arrabales, los campaneros de la catedral habían de tañer dos veces las campanas pequeñas, una a su muerte y la otra cuando el Cabildo fuese a buscar el cuerpo para su entierro, pero distinguiéndose la primera con el toque de cinco campanadas, en la campana mediana. Todo el Cabildo iba por el cadáver del romero procesionalmente con cruz y candeleros, y llegados ante él, rezaba el sochantre un responso y se iniciaba la conducción del cadáver, continuando los responsos. Al llegar a la catedral, le aguardaba a la puerta el capellán mayor con estola y capa, acompañado de dos acólitos, uno con el libro y otro con el agua bendita. Depositado el cuerpo ante la puerta y dicha la oración por el referido capellán, un mozo de coro entonaba la antífona del primer nocturno de difuntos, y el sochantre el salmo “Verba mea”, mientras era conducido hasta la sepultura.


Foto. Colaboración de Carlos de Posada Miranda

A excepción de los prebendados más antiguos – que se quedaban en la catedral -, todos le acompañaban en el sepelio, que tenía lugar en la capilla de San Antón, casi pegada a la Cámara Santa por un lado, y allí terminaba el cántico, permanecían, lo mismo que el capellán mayor y los acólitos, hasta que el peregrino era soterrado”

Foto. Colaboración de Carlos de Posada Miranda

“Los campaneros y el “escobador” de la catedral tenían la obligación de cavar la sepultura de los peregrinos y traer hasta ella sus cadáveres, enterrándolos y limpiando la capilla”


Foto. Colaboración de Carlos de Posada Miranda

En Oviedo, si el Cabildo no disponía otra cosa, habían de enterrarse en la catedral o en la capilla de los Romeros (situada detrás de la de San Miguel o Cámara Santa, edificada por Alfonso II), según era costumbre. 

Foto. Colaboración de Carlos de Posada Miranda

A finales de los años 30 del pasado siglo, al realizar obras de restauración en el patio, los restos encontrados se alojaron en un osario bajo una cruz, en el propio recinto.

Foto. Colaboración de Carlos de Posada Miranda

El pequeño y "agobiado" cementerio, debido la reciente y cuestionable remodelación del edificio contiguo, además de los mencionados restos guarda un viejo olivo muy especial.

Foto. Colaboración de José María Hevia Álvarez

Según la tradición, el árbol es un retoño del Huerto de los Olivos de Jerusalén, traído hasta la Catedral de San Salvador de Oviedo por un Peregrino.

Foto. Colaboración de José María Hevia Álvarez

Los temporales de febrero de 2014, afectaron el porte del viejo olivo, rompiendo parte de su ramaje, aunque en opinión de los expertos después de haber sido sometido a una notable poda, podrá seguir dando sombra a lo que queda del cementerio de Peregrin@s de San Salvador de Oviedo.

Foto. Colaboración de José María Hevia Álvarez

Agradecer a José María Hevia Álvarez y a nuestro amigo Carlos, frecuente colaborador del Blog,por sus fotos, pues sin ellas no hubiera sido posible esta entrada.

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