Una señal tan sencilla como una flecha de color amarillo, es la que nos guiará hasta Santiago e incluso hasta Finisterre. Bien es verdad que encontraremos otras señales más o menos sofisticadas y de todo tipo, como el azulejo con la viera “oficial” colocado en un mojón o sobre una pared, pero la que realmente simboliza el espíritu del camino es la más simple de todas ellas.
La idea de marcar el camino con una flecha la tiene Elías Valiña, párroco de O Cebreiro y verdadero artífice del renacimiento del camino en los años ochenta. Que el color de la misma sea amarillo, es producto de la casualidad, pues parece ser que alguien le regaló a don Elías unos cuantos botes de pintura con la que se pintaban las rayas de las carreteras españolas en aquel tiempo, y el cura con la compañía de varios voluntarios y los botes cargados en una furgoneta, recorrieron el trazado del camino desde Roncesvalles a Santiago marcando con flechas los cruces y lugares conflictivos. Y desde ese momento, el camino es repintado año tras año por cientos de voluntarios para ayudarnos a llegar a nuestro destino.
La idea de marcar el camino con una flecha la tiene Elías Valiña, párroco de O Cebreiro y verdadero artífice del renacimiento del camino en los años ochenta. Que el color de la misma sea amarillo, es producto de la casualidad, pues parece ser que alguien le regaló a don Elías unos cuantos botes de pintura con la que se pintaban las rayas de las carreteras españolas en aquel tiempo, y el cura con la compañía de varios voluntarios y los botes cargados en una furgoneta, recorrieron el trazado del camino desde Roncesvalles a Santiago marcando con flechas los cruces y lugares conflictivos. Y desde ese momento, el camino es repintado año tras año por cientos de voluntarios para ayudarnos a llegar a nuestro destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario