La presencia de estas construcciones junto al Camino, depende del trazado elegido para acerquemos a Galicia, si lo hacemos por el Primitivo o por el Francés deberemos recorrer casi una jornada por tierras gallegas para verlos con cierta frecuencia, pero si lo hacemos por la Costa, mucho antes de cruzar el Eo (río que separa Asturias de Galicia) ya advertiremos su presencia.
Su forma y tamaño dista mucho respecto a los asturianos, los gallegos son rectangulares, por lo general miden alrededor de 5 m. de largo (pudiendo alcanzar algún ejemplar, más de treinta) por 1,5 m. de ancho y rondan los 2 m. de altura.
Descansan sobre varios pilotes troncocónicos o (pes dereitos), generalmente seis u ocho, también los encontraremos con muchos más como se puede ver en las fotos, ...
... disponen de losas o muelas redondas a modo de capiteles, (rateiras o torna ratos) con la misma utilidad que el asturiano, evitar el acceso a las alimañas.
Sobre esta base se levanta la caja o cámara del hórreo, construida generalmente en madera de castaño, reforzado en las esquinas por columnas de piedra, que a la vez sirven de base a la cubierta, los paneles laterales además de madera pueden ser de piedra o ladrillo según las zonas, disponiendo de aberturas, situadas convenientemente, para que no entre la lluvia y facilite la circulación del aire por el interior del hórreo.
Su cubierta a dos aguas, suele ser de pizarra o teja, es corriente verlos rematados por algún elemento ornamental, siendo el más utilizado la cruz.
El paulatino abandono de las zonas rurales, la aparición de otros métodos de almacenaje y la falta de protección institucional, están provocando la desaparición de esta útil, curiosa y en otos tiempos abundante joya arquitectónica tradicional.
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