Hoy colgamos las últimas etapas de Camino Francés de nuestro amigo Felix Tafalla, cuando lo comenzó en el año 2011 era un padre pre jubilado, pasó a ser un suegro jubilado y ahora es un abuelo con mucho trabajo. Razón por cual, tardó tanto tiempo en mandarnos esta crónica del Camino Francés, que finalizó en la pasada primavera.
Fieles a la cita del año anterior, mi amigo Carlos y yo, habíamos acordado retomar el Camino en Ponferrada en la primer ocasión posible y ésta se presentó en torno a mediados de abril. Unas semanas antes me pongo a entrenar, pues mi nuevo estatus de “abuelo”, me deja muy poco tiempo libre.
Tal y como acordamos el día 15 de abril, con la compañía de mi mochila tomo el bus con dirección a Ponferrada, donde me espera Carlos desde primera hora de la mañana, problemas de tráfico hacen que mi llegada se retrase un poco, lo que nos impide comenzar a caminar antes de la una de la tarde.
Del primer tirón llegamos a Cacabelos, donde sellamos en la iglesia museo y seguimos por delante de Santuario Virgen de las Angustias hasta llegar a Villafranca del Bierzo, pasando por los famosos viñedos y ante la puerta del Perdón, metros antes de alcanzar el mítico albergue Ave Fénix, donde pernoctamos y que desde hace años regenta la popular familia Jato.
El día 16 salimos pronto de Villafranca camino de O Cebreiro, por eso de afrontar la subida con el menor calor posible.
Vamos dejando atrás Pereje, Trabadelo, A Pórtela y tras un breve respostaje en Ambasmestas, reanudamos la marcha con la vista puesta en O Cebreiro, la panorámica que disfrutamos desde el alto, es espectacular, pese a llegar un poco tocado en un pie debido a una pequeña ampolla, mal curada.
Al día siguiente, antes de salir del albergue de O Cebreiro, recordé los consejos de mi amigo Vicente y confiando en su experiencia me calcé las sandalias Teva, que ya me acompañaron hasta Santiago.
Nos pusimos en camino temprano con la intención de llegar a Samos, otra de las recomendaciones de Vicente. Poco a poco se van sucediendo; el Alto de San Roque, Hospital de la Condesa, Padornelo, Alto del Poyo con parada a reponer fuerzas, Fonfría, O Biduedo y su pequeña ermita de los Abedules, Ramil y su impresionante castaño de 800 años y llegamos a Triacastela, donde además de una visita a la Iglesia de Santiago hacemos otro repostaje, para reanudar la marcha y de un tirón alcanzar Samos.
Punto y aparte merece la visita al Monasterio, la hicimos acompañados por el padre prior con absoluta libertad para hacer fotos. Terminada la visita, escuchamos misa cantada por los monjes. Fantásticos recuerdos.
Día 18: Abandonamos emocionados Samos camino de Portomarín, primera parada a desayunar y curar el pie en Sarria, Barbadelo, Ferreiros y el km. 100, van quedando atrás hasta que por fin avistamos Portomarín, nos instalamos en el albergue Ultreia y tras una nueva cura, salimos a comer y a conocer el pueblo.
El viernes 19, se nos hace relativamente corto, pues solo paramos en Gonzar a reponer fuerzas y pese a la aparente tranquilidad con la que nos tomamos la jornada, alcanzamos Palas de Rei a una hora muy adecuada.
El sábado salimos de Palas de Rei pensando en el pulpo de Ezequiel y parece que el camino se nos hace más corto, San Xiao, O Coto, Laboreiro y el puente de Furelos, que nos deja a las puertas de Melide.
Tras la obligada parada a comer pote y pulpo en Ezequiel, retomamos la marcha con el estómago lleno y mejor cara, lo que nos ayuda a llegar al albergue de Ribadixo da Baixo, los primeros de la tarde.
El domingo 21, con las huellas del camino en el pie, nos encaminamos despacio hacia Pedrouzo, donde pasamos la noche para afrontar la última etapa de este maravilloso Camino, ya se huele Santiago.
Lunes 22 de abril de 2013: Ultimo día para terminar éste Camino que comenzamos el 20 de Mayo del 2011 en Roncesvalles. Nos ponemos en marcha camino de Mote Do Gozo, hoy los lugares se suceden de manera más lenta y entre los rodeos que nos hacen dar y el dolorido pié, el Camino parece interminable, pero cuando desde el Monte del Gozo vemos las torres de la catedral se olvida todo. Después de tomar unos refrescos y con el pié a rastras, continuamos camino a Santiago a recoger nuestra Compostela y darle gracias al Apóstol por habernos ayudado en El Camino.
A lo largo de estas etapas he conocido a mucha gente y forjado una buena amistad con Carlos, al que conocí en Roncesvalles y no tenía ni idea de lo que era un credencial. También hemos pasado momentos regulares, nunca malos debidos principalmente a las ampollas en los pies, pero esto nos sirve de experiencia para los futuros caminos que nos quedan por hacer.
¡HASTA EL PRÓXIMO!
Gracias por la entrada y seguiré aprovechadome de tus consejos para los próximos Caminos
ResponderEliminarBuen Camino
Muchas gracias a ti Félix, por dejarnos compartir tus vivencias del Camino y por ayudarnos a alimentar el Blog abierto. Lo demás son truquillos de perro viejo.
EliminarUn fuerte abrazo.