Hoy abrimos el blog a nuestra amiga Ludy, con el relato de una de sus escapadas al Camino Francés.
En este invernal puente de carnaval, teníamos prevista una nueva cita con el Camino, que se vio truncada por las condiciones meteorológicas y un inoportuno y fuerte catarro.
Ante la imposibilidad de disfrutar las tres etapas del Camino Francés que habíamos planeado y, como soy de las que piensa que “de recuerdos también se vive”, decido recrearme en las imágenes de las tres etapas que habíamos realizado, hace aproximadamente un año, en este mismo puente de Carnaval.
Las imágenes traen los buenos recuerdos y las vivencias de aquellos tres días y me decido a escribirlos como “alguien” me había pedido hace un año.
1ª etapa: Terradillos de los Templarios-Sahagún (13,4 km)
Llegamos a Sahagún de Campos en tren, a media mañana de un friísimo sábado de febrero, huyendo de nuestra casa, que amenazaba con “caérsenos encima” puesto que el domingo anterior nuestro hijo mayor se había marchado para Qatar y para el siguiente estaba prevista la marcha de su mujer; ambos, por cuestiones laborales, pasaban a formar parte de esos jóvenes bien formados que han de forjarse un futuro fuera de nuestras fronteras.
Mientras buscábamos Los Balcones del Camino, nuestro alojamiento para esa noche, totalmente recomendable para peregrinos de nuestra edad, pudimos disfrutar de una mañana de mercado por la plaza del pueblo.
Para iniciar nuestra corta etapa del día, nos trasladamos en taxi a Terradillos de los Templarios, donde habíamos finalizado el 12 de julio, nuestra cita anual con el Camino, en una espléndida jornada veraniega.
A pesar de ser mediodía, la temperatura era muy baja y el viento y la lluvia nos acompañaron, permanentemente, en nuestro solitario caminar por los serpenteantes caminos de concentración por los que discurre el Camino, paralelo a la carretera.
Afortunadamente, la carga era ligera porque nuestra mochila había quedado en Sahagún, para alegría del que siempre carga con “los pecados” de los dos.
Tras comer opíparamente en San Nicolás del Real Camino, último pueblo de la provincia de Palencia, reanudamos la marcha hacia el río Valderaduey, límite entre las tierras palentinas y leonesas.
Después de visitar la ermita de la Virgen del Puente, el primer santuario mariano que nos ofrece el Camino en la provincia de León, llegamos a Sahagún tras luchar tres horas contra la lluvia y el viento, sin ver un solo peregrino.
2ª etapa: Sahagún-Mansilla de las Mulas (37 km)
A las nueve de la mañana, nos despedimos Sahagún, pasando por el puente romano sobre el río Cea.
Nos espera una dura y larga etapa; para empezar hay que cargar con la mochila grande y debemos llegar hasta Mansilla de las Mulas, puesto que en esta época del año se encuentran cerrados la mayor parte de los albergues y alojamientos rurales.
Nuestra intención inicial era realizar esta etapa por la Vía Trajana, pasando por Calzadilla de los Hermanillos, pero tampoco estaba abierto el único alojamiento que habíamos localizado en la zona.
Recorremos los dieciocho kilómetros que nos separan de El Burgo de Ranero, por una larguísima pista que discurre paralela a la carretera, atravesando la Calzada del Coto y Bercianos del Real Camino, haciendo un alto en la ermita de la Virgen de Perales.
La mañana transcurrió con normalidad, sin ver más ser vivo que la fauna típica de la lagunas, bajo un cielo plomizo.
Al llegar a El Burgo de Ranero decidimos detenernos a reponer fuerzas con un estupendo cocido.
Nos falta aún la mitad de la etapa y estamos a más de trece kilómetros de Reliegos, el pueblo más cercano, así que vistas las condiciones climatológicas volvemos al Camino, con los estómagos demasiado llenos, pero con las fuerzas necesarias para afrontar casi cinco horas de viento, frío, lluvia y soledad, ni vecinos, ni peregrinos, ni tan siquiera coches o trenes por la vía que atravesamos por debajo, poco antes del pueblo de las bodegas bajo tierra.
Períodos de intensa lluvia, seguidos de rachas de fuerte viento, fue la tónica general de los dieciocho kilómetros que recorrimos hasta llegar a la Alberguería del Camino, un pequeño hotel con encanto, que supuso una agradable sorpresa para una intensa jornada.
3ª etapa: Mansilla de las Mulas – León (20 km)
Esta etapa es el contrapunto de la de la jornada anterior, ya que además de ser fácil y corta, adecuada al cansancio acumulado, discurre, en su mayor parte, paralela a la N-601, atraviesa numerosos pueblos y ¡por fin! coincidimos con los primeros peregrinos, dos parejas vascas que lo estaban haciendo con autocaravanas lo que les permitía adaptar las etapas a las fuerzas.
Abandonamos Mansilla por su puente de piedra y tras siete kilómetros de buen caminar llegamos al río Porma, con su impresionante puente de veinte arcos en forma de curva, que es la antesala de Puente de Villarente.
Salvamos el primer desnivel importante de estas tres etapas, subiendo por Arcahueja y Valdefuentes, hasta llegar al Alto del Portillo, cercano a los 900 m, desde donde ya divisamos la capital leonesa y cuya proximidad ya habíamos notado por la abundancia de urbanizaciones residenciales. Y polígonos industriales.
Tras cruzar la autovía por una pasarela peatonal, iniciamos el descenso hacia Puente Castro, localidad separada de la capital por el río Torío, río que cruzamos por un puente flanqueado por dos leones.
Avanzamos hacia el norte, pasando por la plaza de Santa Ana y la del Grano, hasta que, ascendiendo por la calle Ancha llegamos a la Catedral, cuyas vidrieras brillaban bajo un sol resplandeciente.
El cielo se había vuelto azul, en un mediodía gélido pero maravilloso.
Nuestro encuentro anual con el camino finaliza, tras recorrer setenta kilómetros, en el Hostal San Marcos, lugar en el que durante siglos los maltrechos peregrinos fueron atendidos por los frailes.