22 jul 2020

“Sospechoso ramo de flores en Covadonga”


El pasado jueves, al visitar a "La Santina" en su Cueva de Covadonga, llamó mi atención un ramo de flores. Y no fueron sus flores ni su colorido los que captaron mi interés, fue su estratégica situación la causante de mi recelo.



Su ubicación me trajo a la memoria el primer ramo de flores que, hace varios años, se colocó en otro lugar con la intención de ocultar lo mismo que, el pasado jueves, disimulaba parcialmente éste.



Confío en que la situación de el de Covadonga sea producto de la casualidad y no de los reparos de algún visitante, agrupación, asociación o político. Pues por muchas vueltas que se le quieran dar al asunto, la historia de Covadonga, de Asturias y de España “recomenzó” aquí y así.



En mi próxima visita, espero poder volver a contemplar íntegramente y sin ningún tipo de obstáculo, el bonito frontal o antipendio del altar de la Santa Cueva.



El antipendio está hecho en bronce repujado y representa la Batalla de Covadonga, ajustándose a los cánones de la tradición oral y escrita sobre la misma. Ese espacio rectangular del frente del altar se enmarca con una orla animada por broches con cabujones, y se divide en su interior por medio de cenefas tachonadas que ayudan y contribuyen a definir la escena. 

Dentro de la que se llama mandorla del antipendio -sinuoso, en este caso- aparece la imagen sedente de María, bordeada por la inscripción “Exurge Dómine iudica causam tuam” (“Levántate, Señor, defiende tu causa”), expresión que pertenece al Libro de los Salmos 73 (74), donde se suplica la liberación frente a los adversarios que se alzan frente a Él, entre el tumulto que crece. En este antipendio de Covadonga, y por elemental recurso jerárquico, la figura de Pelayo aparece a los pies de la imagen de María, identificado aquél por la inscripción que lo cita y presentado como batallador y vencedor sobre dos árabes que yacen bajo sus pies. 



Seis personajes acompañan a la Virgen y a Pelayo en el interior de la mandorla, ese marco en forma de almendra tan típico del arte románico y bizantino que suele rodear las imágenes de Cristo Majestad. Los seis personajes sintetizan y representan a los astures sublevados, tres de ellos con escudos y espadas y los otros tres levantan sus brazos para arrojar piedras contra los seguidores de la media luna. Desde lo alto descienden seis ángeles armados con espadas, que el artista representa cabeza abajo para dar una clara impresión de descendimiento. Todo el frontal expresa un concepto del espacio de evidente lectura medievalista, donde los tamaños ponen de manifiesto las jerarquías y donde la simetría se hacen patentes en todo el espacio que comentamos.



El bronce del antipendio lleva aplicados colores que se pueden interpretar de forma simbólica, de manera que tanto la Virgen central sedente como los seis ángeles aparecen dorados por completo, mientras las huestes sarracenas se confunden con el fondo en campo de plata; un evidente contraste entre quienes son moradores del universo celestial y los que serán vencidos por la intercesión divina. Antes de ser colocado a los pies de “La Santina”, el antipendio salido de los madrileños talleres de Arte Granda, fue seleccionado para la II Bienal de Arte de Barcelona y todo el conjunto estuvo expuesto en el Salón de Espejos del Centro Asturiano de Madrid.

Texto de la descripción de: Francisco José́ Rozada Martínez (Cronista oficial de Parres)

 

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