Lugar: Ruinas del Cenobio de San Antón
Situación: Parroquia de Buiza, Municipio de Pola de Gordón
Localización UTM: Lat. 42º 54’ 45.95’’ N - Lon. 5º 41’ 30.58’’ W
Etapa en la que se encuentra: Pola de Gordón o Buiza – Poladura de la Tercia o Pajares
Dista: 3,2 Kmts. desde Buiza - 6,6 Kmts. hasta Poladura de la Tercia
Altitud: 1.448 mts.
Camino: Del Salvador
Provincia: León
Tras dejar atrás Buiza y las curiosas formaciones pétreas de las Forcadas, a nada que prestemos un poco de atención, semi ocultas entre piornos y brezos, veremos por nuestra derecha apenas un montón de piedras, que indican el lugar donde hasta mediados de siglo XIX, se levantara el Cenobio de San Antón. Se trataba de un humilde asentamiento benedictino, pero de vital importancia para los peregrinos que afrontaban la travesía de la cordillera por este trazado, en dirección a San Salvador de Oviedo.
La razón por la que únicamente, apenas se conservan los basamentos, es que material procedente del antiguo edificio, se utilizó para el mantenimiento de la cercana calzada.
La última parte de la ascensión hasta las ruinas del Cenobio, se hace por los restos de la calzada para la que se utilizaron sus piedras y cuyo estado actual de conservación deja bastante que desear. El origen de esta vieja calzada es un tanto incierto, pues mientras que algunos autores se refieren a ella como romana, otros optan por un origen más reciente. Alguno de los que hace referencia al origen de la misma como romano, es Melchor Gaspar de Jovellanos en sus diarios, con motivo de un viaje por la zona a finales del siglo XVIII.
Tras dejar atrás Buiza y las curiosas formaciones pétreas de las Forcadas, a nada que prestemos un poco de atención, semi ocultas entre piornos y brezos, veremos por nuestra derecha apenas un montón de piedras, que indican el lugar donde hasta mediados de siglo XIX, se levantara el Cenobio de San Antón. Se trataba de un humilde asentamiento benedictino, pero de vital importancia para los peregrinos que afrontaban la travesía de la cordillera por este trazado, en dirección a San Salvador de Oviedo.
La razón por la que únicamente, apenas se conservan los basamentos, es que material procedente del antiguo edificio, se utilizó para el mantenimiento de la cercana calzada.
La última parte de la ascensión hasta las ruinas del Cenobio, se hace por los restos de la calzada para la que se utilizaron sus piedras y cuyo estado actual de conservación deja bastante que desear. El origen de esta vieja calzada es un tanto incierto, pues mientras que algunos autores se refieren a ella como romana, otros optan por un origen más reciente. Alguno de los que hace referencia al origen de la misma como romano, es Melchor Gaspar de Jovellanos en sus diarios, con motivo de un viaje por la zona a finales del siglo XVIII.
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