Al paso por algunos de pueblos los que jalonan los Caminos, especialmente en los trazados que discurren por tierras castellanas y extremeñas, el Peregrino suele encontrarse con alguna de estás singulares columnas de piedra, conocidas popularmente como rollos o picotas.
Según el diccionario de la Real Academia Española; un rollo es una columna de piedra, ordinariamente rematada por una cruz, que antiguamente era insignia de jurisdicción y que en muchos casos servía de picota.
Azofra |
Y la picota la define como un rollo o columna de piedra o de fábrica, que había a la entrada de algunos lugares, donde se exponían públicamente las cabezas de los ajusticiados, o los reos.
Itero de la Vega |
Sobre estas columnas existen opiniones diversas, pues si algunos autores las consideran un mismo elemento, otros las diferencian claramente, mientras que otros también incluyen en esta catalogación algunos cruceros, como consecuencia de la cristianización de rollos y picotas.
Lo que si parece claro, es que la utilización tanto de unos como de otras, además dé símbolo de señorío y jurisdicción era utilizado, generalmente, como elemento de exhibición y ejecución de delincuentes.
Su máximo esplendor lo alcanzaron en el siglo XV, para ir paulatinamente dejando de tener sentido hasta que definitivamente en el año 1812, las Cortes de Cádiz prohíben este modelo de impartir justicia, e instan a derribarlas.
Orden que algunos municipios pasaron por alto y que otros cumplieron a medias, unos trasladándolos a lugares más apartados y otros dándoles un aspecto religioso con la incorporación de la cruz.
Si por lo general, los que resistieron el paso del tiempo suelen ser bastante sencillos, existen algunos ejemplares que son verdaderas obras de arte.
Un ejemplo perfecto es el de Boadilla del Camino, en el que a lo alto de sus 12,30 m. se sucede una riquísima decoración con abundantes motivos jacobeos.
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