Lugar: El Burgo Ranero
Camino: Francés
Situación: Parroquia y municipio de El Burgo Ranero
Localización: Lat. 42º 25’ 24,31’’ N - Long. 5º 13’ 9,03’’ W
Etapa en la que se encuentra: Bercianos del Real Camino - Mansilla de las Mulas
Dista: 7,4 Kmts. desde Bercianos del Real Camino - 18,8 Kmts. hasta Mansilla de las Mulas
Altitud: 880 mts.
Provincia: León (Castilla y León)
Las primeras notas documentales a Burgum Ranerium aparecen en el año 1140, aunque en 1126 ya se hace referencia al lugar como Burgo de Sahagún o como Pago Ranero, nombres que se seguirán alternado durante un tiempo hasta la definitiva adopción del actual.
Si bien no existen dudas sobre el origen de Burgo, como punto neurálgico creado con el asentamiento de artesanos y comerciantes en torno a la Ruta Jacobea, si las genera el apelativo Ranero, que en contra de algún autor que opina procede del germano Rhaner, la mayoría se decantan por una procedencia con bastante más sentido y lógica con origen en la abundancia de ranas en su laguna y charcas.
Al paso por ésta población, declarada Conjunto Histórico el año 1962, llama la atención la torre de la modesta iglesia parroquial de San Pedro, que se eleva sobre las numerosas construcciones de adobe que aun se mantienen en pie.
El templo, construido en el siglo XVI, guardaba una magnífica imagen románica de la Virgen de las Nieves, también conocida como la Virgen Manca, que en la actualidad se custodia en el Museo Catedralicio leonés.
No obstante su interior sigue siendo merecedor de una visita para contemplar el retablo renacentista de la segunda mitad del siglo XVI, así como una cruz procesional y una custodia de plata del siglo XIX.
No obstante su interior sigue siendo merecedor de una visita para contemplar el retablo renacentista de la segunda mitad del siglo XVI, así como una cruz procesional y una custodia de plata del siglo XIX.
Una de las leyendas más populares de la zona hace referencia a un Peregrino que al anochecer, de un día en los primeros tiempos de las peregrinaciones, al llegar al Burgo Ranero se dirigió a un niño en busca de un lugar donde pasar la noche, a lo que le respondió que el único lugar era su casa, advirtiéndole del inconveniente que tenía la estancia al estar al lado de la laguna, donde el permanente croar de las ranas y el alboroto del resto de habitantes de sus oscuras y fangosas aguas le dificultarían el descanso, cosa a la que el Peregrino no le dio importancia.
Al día siguiente el niño se levantó al tiempo que el madrugador Peregrino, quien a la hora de despedirse le entregó al crío una manzana y le dijo que cuando se la comiera debía de tirar el corazón al centro de la laguna. Una vez que se la había comido siguió las instrucciones del Peregrino, viendo con gran sorpresa como las aguas de la laguna comenzaban a limpiarse desde el lugar en el que habían caído los restos de la fruta.
Desde aquel día, la laguna se empezó a conocer como la de "La Manzana", pues una parte de la laguna permanece limpia y sin vegetación, ...
a la vez que los desagradables sonidos que emitían los pobladores de la laguna, se atenuaron para siempre entre el croar de las ranas, pues el Peregrino no era otro que el Apóstol Santiago.
a la vez que los desagradables sonidos que emitían los pobladores de la laguna, se atenuaron para siempre entre el croar de las ranas, pues el Peregrino no era otro que el Apóstol Santiago.
Otra narración del siglo XVII a cargo del clérigo borgoñés Domenico Laffi, cuyo nombre recibe el albergue en su honor, alerta de los peligros del Camino por esas tierras; “ … y salimos hacia el Burgo (Brunello), distante cuatro leguas bien cumplidas, y cuando habíamos hecho tres, por aquellas llanuras, encontramos un peregrino muerto, al que se acercaron dos lobos que empezaron a devorar su cuerpo. Los espantamos y continuamos hasta el Burgo, donde fuimos en busca del cura para que acudiese a levantar el cadáver”.
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